La nueva segregación socio-económica
by Hergit "Coco" Llenas
de Hergit “Coco” Llenas
Durante el mes de enero, en toda la nación se ha celebrado la semana de las opciones escolares. Mucho se ha escrito sobre los diversos eventos que tuvieron lugar en cada una de las ciudades donde se dieron citas miles de padres, estudiantes, directores, maestros y líderes comunitarios para celebrar tan gloriosa ocasión. De manera que no lloveremos sobre mojado. Sin embargo, algo que nos parece pertinente es explicar con más calma ¿qué en sí se estuvo celebrando?
Por definición, la opción escolar es el derecho que tiene cada padre a escoger el mejor ambiente de aprendizaje para sus hijos; puesto que, como sabemos de sobra, cada niño(a) es único y diferente.
El derecho a escoger, una piensa, es la cosa más obvia del mundo. Cada día, nosotros lo ejercemos en los Estados Unidos de Norteamérica. Somos libres de usar el modelo de teléfonos que se nos antoja, las compañías y planes de los celulares que más nos convienen y lo mismo pasa con casi todos los demás aspectos de nuestra cotidianidad; ya sea el supermercado, el banco, el gimnasio, el seguro médico o la universidad. No obstante, cuando se trata de las escuelas públicas tradicionales, usted no tiene otra opción que mandar a sus polluelos a la escuela que le han asignado en función de su código postal.
Para quienes viven en códigos postales dónde hay muy buenas escuelas, este arreglo es ¡fenomenal! Para los que viven en áreas dónde las instituciones de enseñanza operan con bajo (o pésimo) rendimiento, la realidad es muy triste y pesarosa.
¿Por qué?… porque si no tiene usted los medios para pagar por otra OPCIÓN ESCOLAR, sus hijos estarán obligados a asistir a un plantel donde la excelencia académica brilla por su ausencia.
Desde luego, hay formas de darle la vuelta al sistema. Pregúntele a cualquier agente de bienes raíces y ella le dirá que una de las razones más contundentes para que un ser pensante -y con cachorritos- compre o alquile una propiedad, es el infalible, inefable, invictus argumento de mudarse a una zona en la cual las escuelas están catalogadas como de las mejores. El que no pueda pagar por tal privilegio, se queda, como decimos en mi media isla tropical: “con una mano delante y otra detrás”.
Entonces, para resolver este dilema de segregación socio-económica, surge la OPCIÓN ESCOLAR, cuyo propósito principal es darle una salida a aquellas familias que poseen recursos financieros limitados.
Así pues, la OPCIÓN ESCOLAR, como derecho y como movimiento, es uno de los pilares más importantes en el avance de una agenda de que defiende la igualdad social dentro de las comunidades desfavorecidas, sean éstas pobres, latinas y/o de color.
¿Qué tienen en común Barak Obama, Sonia Sotomayor y Condoleezza Rice?… ¡que recibieron una educación privada de alta calidad! De haber asistido a una escuela cayéndose a pedazos, es muy posible que no habrían llegado a ser quienes son hoy.
Las becas, los vouchers, las cuentas de ahorro para la educación (ESAs), las escuelas magnets, las escuelas charter, las escuelas privadas, la educación a distancia, la educación desde el hogar, la suma de todas las anteriores y sus múltiples posibles combinaciones, son salidas. Y son esas salidas lo que sacará de la pobreza a nuestros hijos y a todos los segmentos de la sociedad a quienes se les ha negado el derecho a escoger la excelencia debido a su código postal.
El derecho a una buena educación, aunque no tenga usted la billetera para pagarla, es el dilema de justicia social más importante de esta generación. Las celebraciones de enero son, simplemente, un recordatorio. No olvidemos, pues, que todos los niños merecen tener acceso a una educación de alta calidad que se ajuste a sus necesidades y lo prepare para hacer realidad el sueño de un futuro mejor. Y es eso, precisamente, lo que hemos estado celebrando con las opciones escolares.